La mejor familia del mundo.
Una bonita mañana de mayo, Carlota estaba jugando en el jardín del
orfanato cuando la directora la llamó a su despacho.
—Te ha adoptado una familia, Carlota. Vendrán por ti mañana —dijo.
Por supuesto, los otros niños no tardaron en enterarse de la buena nueva.
—¡Qué suerte!
—¡Que envidia!
—¡Felicidades, Carlota!
—¿Cómo crees que será tu nueva familia?Carlota cruzó los dedos y pidió un
deseo: “Espero que sea la mejor familia del mundo.” Esa noche, Carlota no podía
dormir de los nervios y pensó en cómo sería la familia perfecta. Imaginó que la
adoptaba… ¡una familia de pasteleros! Si la adoptaba una familia de pasteleros,
viviría en una pastelería. Podría pasar el día entre tartas, torteles, bollos y
bombones, azúcar en las tartas y sorber el merengue de los pasteles de
merengue. Tendría palmeras de chocolate para desayunar, comer, merendar y
cenar. Sin duda ¡una familia de pasteleros sería la mejor familia del mundo!
Aunque pensándolo mejor… como seguía sin poder dormir, Carlota volvió a pensar
en cómo sería la familia perfecta. Imaginó que la adoptaba… ¡una familia de
piratas! Si la adoptaba una familia de piratas, viviría en un barco pirata.
Podría
navegar por los siete mares. Pintar banderas de calaveras y huesos y buscar
tesoros de doblones de oro. Luciría un mono en el hombro derecho, un loro en el
izquierdo, un parche en el ojo y una pata de palo. Sin duda, ¡una familia de
piratas sería la mejor familia del mundo!
Aunque pensándolo mejor… como aún no podía dormir, Carlota volvió a pensar en
cómo sería la familia perfecta. Imaginó que la adoptaba… ¡una familia de
domadores de tigres! Si la adoptaba una familia de domadores, viviría en un
circo.
Podría pasar el día jugando con los tigres. Rizar los bigotes de los
cachorros y contar las rayas de su pelaje. Llevaría un tigre de bengala al
colegio para ser la más popular del recreo. Sin duda, ¡una familia de domadores
sería la mejor familia del mundo!
Aunque pensándolo mejor… como todavía no conciliaba el sueño, Carlota volvió a
pensar en cómo sería la familia perfecta. Imaginó que la adoptaba…¡una familia
de astronautas! Si la adoptaba una familia de astronautas, viviría en una nave
espacial. Podría visitar todos los planetas. Beber batidos en la Vía Láctea y
bailar el hula hop con el anillo de Saturno. Contaría estrellas para dormirse
por las noches. Sin duda, ¡una familia de astronautas sería la mejor familia
del mundo!
Aunque pensándolo mejor… con sorpresa, Carlota miró la ventana y descubrió que
ya se había hecho de día. ¡Había pasado la noche entera sin dormir y su nueva
familia ya había llegado a buscarla!
Los Pérez.
Leonor, la nueva madre de Carlota, es funcionaria de correos. No es pastelera
pero todas las tardes al volver del cole, nunca se olvida de comprarle a
Carlota una enorme palmera de chocolate para merendar. Roberto, el nuevo padre
de Carlota, es agente de seguros. No es un pirata, pero le encanta jugar con
Carlota a buscar tesoros escondidos en el descampado del barrio. Elvira, la nueva abuela de Carlota, está jubilada. No es domadora de
tigres, pero tiene dos gatos, Bigotes y Bruno, que se pasan el día dormitando
en su regazo y les encantan las sardinas. Pedro, el nuevo hermano de Carlota,
estudia en el mismo colegio que ella. No es astronauta, pero ha decorado el
techo del dormitorio con estrellas que
brillan en la oscuridad para que él y Carlota puedan contarlas por la noche
antes de dormir.
Y así, bajo el cielo estrellado de su habitación, Carlota Pérez por fin pudo
dormir y no tuvo que imaginar más.
Había conseguido la mejor familia del mundo.
Susana López Rubio.
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